jueves, 19 de octubre de 2017

Comentario del texto "España no cuida a sus científicos", de Rosario G. Gómez, publicado en El Pais,5/4/21016


Comentario realizado por :

Silvia Cervera, Cristina Chaparro y Estela Martí

   Pinchando en el título podrás ver la presentación que han preparado las alumnas. Recuerda que hay apartados que no están presentados en su forma definitiva ( por ejemplo, el comentario de la MODALIZACIÓN, en el que nos ofrecen un listado con los principales fenómenos pero sin su redacción definitiva, que deberías realizar tú)

                             ESPAÑA NO CUIDA A SUS CIENTÍFICOS


Aquí os dejo el texto :
España no cuida a sus científicos
Rosario G. Gómez
Precariedad, inestabilidad y austeridad definen el estado de la ciencia en España. Pocas veces como durante esta crisis los investigadores se habían visto obligados al exilio para sobrevivir. Muchos han hecho las maletas huyendo de contratos eventuales y mal pagados y empujados por el recorte de las becas. El tijeretazo en el presupuesto de I+D ha pintado un negro horizonte. Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico sostienen que en solo una década casi se ha duplicado el número de españoles con alta cualificación que se han instalado fuera, especialmente en Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Son los migrantes de bata blanca.
Contrariamente a lo que afirmaba el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Emilio Lora-Tamayo, la fuga de cerebros no es una leyenda urbana. El biólogo madrileño Ciro Cabal es un buen ejemplo de las dificultades con las que se topan a diario los científicos. Tiene 33 años y en los últimos cinco a duras penas ha conseguido trabajar en su campo (biología vegetal y ecología). Y siempre sin contrato. Sus cotizaciones en la Seguridad Social son frutos de empleos en el sector de la hostelería. Una tras otra ha visto cómo la decena de solicitudes para obtener una beca en instituciones públicas o privadas han sido inútiles y frustrantes. Sin embargo, probó suerte fuera de España y en poco tiempo ha recibido la invitación de dos universidades de Estados Unidos, una de ellas Princeton, que en el campo de la biología es como “el Real Madrid en el mundo del fútbol”, según Cabal. Allí pasará, entre probetas y enfundado en la bata de científico, los próximos cinco años.
La fuga de cerebros (el exministro de Educación José Ignacio Wert la llamaría movilidad internacional) es un mal negocio para cualquier país. El sistema educativo español —nutrido mayoritariamente con fondos públicos— invierte mucho dinero en la formación de investigadores que, si se ven obligados a migrar por falta de oportunidades, revertirán en otro país. No es lo mismo ampliar en el extranjero el adiestramiento en cualquier disciplina que formar parte de una diáspora impulsada por la falta de proyectos, como ha ocurrido con los miles de científicos que en los últimos años han huido de las insoportables tasas de paro. Muchos doctores, graduados y becarios que han emprendido el camino del exilio en busca de mejores perspectivas para desarrollar su labor consideran el retorno a corto plazo un mero espejismo.
¿Será posible que biólogos como Ciro Cabal puedan algún día desarrollar sus proyectos en laboratorios españoles? Como expone el científico Mariano Barbacid, el problema no es la salida al extranjero de científicos españoles para completar su formación. Lo grave es no saber cómo recuperarlos y dejar escapar irremediablemente su talento. Si la ciencia española quiere jugar en primera división necesita incrementar de manera urgente los recursos económicos y cuidar la cantera.

El País, 5/4/2016

lunes, 9 de octubre de 2017

COMENTARIO DE TEXTO "La generación perdida no mola"


"LA GENERACIÓN PERDIDA NO MOLA" Isaac Rosa. Junio de 2014

Comentario a cargo de Nuria Sánchez y Toni Martínez
Para ver presentación, pincha en el título:

                                 LA GENERACIÓN PERDIDA NO MOLA

Este es el texto comentado por Nuria y Toni:

   La generación perdida no mola
 ISAAC ROSA 5 10 15 20 25

   Algún genio del storytelling político debió de inventar lo de la “generación perdida”, que tanto éxito ha tenido y todos repetimos cuando hablamos de los jóvenes golpeados por esto que llaman crisis. Bajo su significado negativo, me reconocerán que lo de “soy de la generación perdida” suena cool, tiene algo de la tan prestigiada estética del perdedor, y evoca escritores borrachos en París y rockeros malditos. Nadie se pondría una camiseta que dijera “Soy de la generación empobrecida y saqueada”, ni “Cuando deje de ser joven seguiré siendo precario”. En cambio, una chapa de la generación perdida me la pongo hasta yo. Y si encima te lo dice en inglés un organismo internacional o un medio extranjero, ya es que te entran ganas de formar un grupo punk o escribir una novela desesperada: the lost generation. 
Pues no, oigan: aunque suene chulo, ser de la generación perdida no mola nada. Pero nada. Jóvenes, olvidad las telecomedias y el cine independiente: vosotros no sois esos. 
La EPA de ayer, por ejemplo, funciona como foto de grupo de la generación perdida (en la que entran por igual los veinteañeros y los primeros cuarentones). Y la imagen resultante no es como para hacerse un póster: una tasa de paro juvenil terrorífica (y no soy yo el que elige el adjetivo), menos población activa joven y menos población joven en general (como en una posguerra, vamos), aumento del tiempo parcial. Es decir, un mercado laboral que para los jóvenes (y los no tan jóvenes, que también se perderán) solo ofrece precariedad o emigración. No extrañe que, quienes no se van, digan que aceptarían lo que les echen, pues ha calado el discurso de “mejor un trabajo basura que no tener trabajo”. 
¿Se da cuenta la generación perdida de hasta qué punto está de verdad perdida, arrojada al basurero del siglo? ¿Comprenden los jóvenes que lo de generación perdida no son unos años jodidos y a esperar los buenos tiempos, sino echar a perder toda la vida? Si uno es generación perdida, lo puede ser ya para siempre. 
Dicho con crudeza: al paso que vamos, y si nada cambia, la generación perdida dejará atrás la juventud precaria para convertirse en adultos precarios (y en madres y padres precarios), hasta alcanzar una vejez tanto o más precaria. ¿O qué esperan? ¿Tener pensiones dignas cuando se jubilen? ¿Esperan siquiera jubilarse? ¿Cuántos años creen que van a cotizar, y por qué cuantía? ¿Y cuántas contrarreformas de pensiones pueden caer en los próximos treinta o cuarenta años? 
Y la precariedad, vivir a salto de mata, compartir piso o pedir dinero a la familia puede tener su gracia con veintitantos, pero a los cuarenta es muy triste, y a partir de ahí es todo cuesta abajo. Decir con setenta años que eres de la generación perdida dará para unas risas, pero no propias. 
Así es, amigos: la generación perdida no mola. Ya podéis asumirlo, entender la magnitud de lo que está pasando, y empezar a gamonalear más a menudo, porque lo que está en juego no es precisamente una plaza de aparcamiento.
 Eldiario.es, 23/01/2014